La autorregulación es el medio por el que controlamos nuestras respuestas a una situación. Implica comprender nuestras emociones y desarrollar estrategias para gestionarlas. También incorpora la capacidad de pensar en un problema y planificar cómo abordarlo. A algunos niños les resulta más fácil que a otros autorregularse, pero todos necesitarán ayuda para desarrollar esta habilidad.
La corregulación
La corregulación incorpora las formas en las que los adultos que cuidan de los niños modelan la forma de enfrentarse a las situaciones, ayudando a los niños a gestionar sus propias respuestas emocionales y comportamentales. La corregulación es una parte vital para ayudar a los niños a autorregularse. Las personas que son capaces de autorregularse bien no desconectan sus emociones; las reconocen y utilizan esta autoconciencia para pensar en posibles estrategias sobre lo que deben hacer a continuación. Por ejemplo, cuando experimentan ira, preocupación, aburrimiento o sentimientos similares, son capaces de pensar en un plan para seguir adelante en lugar de permanecer atrapados en esa emoción.
¿Por qué la autorregulación es tan importante?
La autorregulación es una herramienta para la vida. Los estudios demuestran sistemáticamente que los niños con habilidades de autorregulación bien desarrolladas tienen éxito en su aprendizaje y son capaces de persistir y adaptarse cuando se enfrentan a nuevos desafíos. Para que los niños empiecen a desarrollar habilidades de autorregulación en sus primeros años, necesitan experimentar retos que puedan intentar superar. Sin embargo, esto no significa que haya que dejarles solos. Por el contrario, significa que hay que darles oportunidades para ese crecimiento, confiar en ellos para que tomen sus propias decisiones y apoyarlos para que lo hagan.
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Corregulación afectiva
Los niños solo pueden aprender a autorregularse si están acompañados por un adulto que los estimule y que tenga una buena capacidad de autorregulación. Es una relación tan segura que favorece la corregulación efectiva. Ayudar a los niños a aprender formas de gestionar sus sentimientos y pensamientos tendrá un impacto en generaciones posteriores cuando cuiden de sus propios hijos.
¿Qué forma de aprendizaje apoya la autorregulación?
La autorregulación es una habilidad metacognitiva. Esto significa que es importante en todas las áreas del aprendizaje. A menudo pensamos en la autorregulación como un apoyo al desarrollo emocional y social saludable, y este es ciertamente un aspecto crítico. Sin embargo, también es relevante para otras cosas.
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Actitud positiva
Cuando los niños saben dar un paso atrás y reflexionar sobre las situaciones, están mejor equipados para asumir nuevos retos de aprendizaje, empleando una actitud segura y positiva de que pueden hacerlo. Por ejemplo, pueden sentirse abrumados o perplejos ante un problema, pero si son capaces de reflexionar y recordar algún momento en el que superaron sentimientos similares, esto puede darles una importante sensación de perspectiva y control.
Del mismo modo, los niños pueden enfrentarse a situaciones nuevas con tranquilidad si han aprendido a recordar las estrategias que tienen a su disposición y a seleccionar la más adecuada a las circunstancias. Se puede ver a los niños haciendo esto cuando los juguetes o los recursos que quieren no están disponibles y tienen que pensar de forma creativa cómo utilizar materiales alternativos.
¿Cómo puedo ayudar en la corregulación?
La corregulación es como un dúo musical, en el que tanto el niño como el adulto tienen un papel diferente que interpretar. Al principio, el adulto tendrá que hacer la mayor parte del trabajo: conocer y comprender al niño y generar confianza. En esta etapa puede ser útil verbalizar tus observaciones: «Veo que te gusta mucho jugar con los bloques», «Hoy pareces estar un poco inseguro», «Se nota que te entusiasma explorar el jardín». Esto demuestra que te fijas en el niño, te preocupas por sus sentimientos y, lo que es más importante, le ayudas a dotarse de un amplio vocabulario emocional. Esto puede ser muy útil cuando los niños intentan gestionar emociones fuertes. Ser capaz de nombrar o describir sus emociones puede ayudar al niño a expresarse o a comunicar sus necesidades antes de que se sienta abrumado.
Gestionar situaciones nuevas
El siguiente paso es aprovechar esta relación para ayudar al niño a gestionar situaciones nuevas o difíciles. Podrías decir algo como: «Veo que estás desesperado por que te toque usarlo, pero hay otra persona usándolo ahora y te estás frustrando». Estás reconociendo que los sentimientos del niño están bien y que sus emociones son válidas. Esto le da un punto de partida desde el que avanzar. A continuación, puedes esbozar diferentes posibilidades y ayudar al niño a decidir qué hacer: «Como ella está usándolo, y tú quieres usarlo también, podemos pedirle que te lo pase cuando termine, o podemos hacer algo diferente mientras tanto».
Gestionar las emociones
Idear una estrategia puede ayudar a quitarle hierro a la situación y reenfocar al niño emocionalmente. Poco a poco, podrás dejar que sea el niño el que verbalice, planifique y tome las decisiones en mayor medida. Por norma general, cuanto más intensa sea la experiencia para el niño, más ayuda y apoyo necesitará. La autorregulación es mucho más fácil de practicar en situaciones de bajo riesgo.
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Equilibrar el apoyo y la independencia
Las personas que mejor conocen a los niños (es decir, tú y tus compañeros) sabrán cuál es el equilibrio adecuado entre el apoyo y la independencia que necesitará un niño en un momento determinado, así que confía en tu instinto mientras mantienes altas tus expectativas con respecto a cada niño. Y buena suerte al ayudarles en su viaje de autorregulación: es una de las cosas más beneficiosas que podemos hacer por nuestros jóvenes aprendices.
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Artículo publicado el 13 de septiembre de 2022. Actualizado el 20 de marzo de 2024.
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