Desde que cumple un año, un niño puede tener un lápiz y descubrir el placer de dibujar. Con un simple garabateo, el niño pasa después al dibujo más elaborado para más tarde descubrir y aprender la escritura formal de las letras.
¡Una verdadera preparación física!
Pero antes de abordar la escritura, es todo el cuerpo del niño el que debe llegar a la madurez necesaria ya que el aprendizaje del grafísmo no solo necesita de la mano sino también de la espalda, brazo… El niño debe adquirir una buena coordinación ojo mano, la noción del espacio, una buena discriminación y memoria visual, la precisión del gesto, el control de los dedos y la famosa pinza de escritura.
El descubrimiento «trazo»
El niño descubre que un gesto de su cuerpo puede dejar un trazo. Es un momento mágico para él. Déjele experimentar: manos dentro de la pintura, en arena, con un lápiz, una cera… Lo importante es que el niño se sienta totalmente libre. Cuanto más se entrena, mas se afina su motricidad, su gesto es más preciso y su concentración aumenta.
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