La Doctora María Gracia Millá, premio de honor 2012 de la Federación Estatal de profesionales de Atención Temprana y la fundación ONCE, explica la importancia del diagnóstico temprano en el autismo. Para ello existen una serie de indicadores que pueden ayudar a muchos padres a detectar el espectro en los primeros años de vida de su hijo.
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En este artículo vamos a recapitular las ideas más importantes, con el objetivo de orientar y aconsejar los padres pero también los profesionales que trabajan con los niños TEA.
Existen ciertos principios básicos que hay que conocer como el significado de la palabra “temprana”: que remite a los niños de menos de 6 años. Para un seguimiento adecuado y la obtención de resultados más eficaz el niño debe ser diagnosticado idealmente en este periodo de vida. Otros principios básicos son:
Acompañamiento:
Uno de los pilares para una buena detección pasa por la buena información de los familiares así como el acompañamientos por parte de los profesionales, equipo multiprofesional. Acompañar a la familia es fundamental por una razón: el diagnóstico no se da al nacer sino más tarde y eso conlleva una “ruptura de expectativas”. Lo que significa que los padres tienen que adaptarse a ese “nuevo niño ”; y sobre todo vivir el “duelo” del niño ideal que habían imaginado y soñado. Por eso tiene que haber una muy buena comunicación entre los profesionales y la familia así como los diferentes servicios sanitarios que apoyan a la familia.
Detección:
Existen una serie de indicadores precoces que pueden ayudar a la detección de un niño con TEA. Tras el diagnóstico, muchos padres no entienden como no pudieron ver nada antes. Eso se explica sencillamente: no estaban al tanto de los rasgos característicos.
Desde el primer año de un niño, se puede observar indicadores:
– indiferencia hacia los padres
– no responden, ni anticipan
– ausencia de balbuceo y jerga
– no imitan sonidos, gestos o expresiones
– escaso o nulo contacto ocular
– ausencia de conducta de señalización con el dedo (ni para mostrar, ni para pedir algo)
– problemas de sueño, alimentación
– fascinación por sus manos
Otro tipo de características que podemos observar entre los 18-36 meses son:
– a los niños con TEA no le interesan los otros niños
– les gustan los juegos poco imaginativos. Se fijan sólo en un objeto, un juguete en concreto
– son muy ordenados
– parecen tener problemas de audición (no responden a sus nombres, pero sí a un chillido cualquiera)
– balanceos, movimientos extraños, pocos ordinarios
Existen muchos signos indicadores, simplemente hay que saber reconocerlos.
Listado de indicadores típicos de autismo según Ángel Rivière
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Evaluación
La evaluación se hace a través de la capacidad de relación del niño. Se evalúan su comunicación, el lenguaje que utiliza, el juego y su flexibilidad mental. Existen varias herramientas y pruebas para la evaluación: el formulario E-2 de Rimland, la lista de señales por Rivière, entrevistas y diversas pruebas específicas…
Cuanto más rápido y tempranos se realiza el diagnostico, más eficaz es el abordaje terapéutico (en el que la comunicación y el lenguaje son muy importantes).
Intervención
La intervención es global, pero todo se debe hacer entorno a la comunicación, que es el eje central. El objetivo es sacar al niño de su aislamiento, que tenga la necesidad de comunicar con sus familiares.
Con respecto a la familia: tiene que ser guiada. María Gracia Milá insiste en la “información y formación” de todos, y recuerda el papel de los hermanos. Todavía muchos profesionales cometen el fallo de olvidar a los hermanos porque se focalizan en los padres y el niño con TEA, pero hay que resaltar que los hermanos viven también ese “duelo” mencionado antes. Y por ello toda la familia deber ser incluida.
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María Gracia Millá Romero es licenciada en Pedagogía por la Universidad de Valencia y Doctora en psicología por la Universidad de Murcia. También es directora del Centro de Desarrollo Infantil y Atención Temprana de APADIS en Villena.
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