Estimular o felicitar son dos cosas muy distintas. Estimular al niño consiste en movitarlo, darle el coraje y la fuerza para continuar sus esfuerzo, avanzar… ¿ Y elogiar? Significa felicitar, halagarlo por una razón concreta. Pero, ¿cuál de los dos métodos es el mejor para el niño? ¿Qué manera es la más eficaz en el aprendizaje? desde Hop´Toys intentamos daros una respuesta a todas vuestras dudas. 

Entonces, ¿estimulamos o felicitamos ?

Antes de comenzar, hay que decir, que no hace falta elegir entre una forma u otra. Sin embargo, estimular al niño tiene muchos más beneficios. Jane Nelsen nos explica en su libro «la disciplina positiva» que estimular al niño permite de enriquecer su motivación interna y gracias a ello se va a favorecer una continuidad en el esfuerzo, así como las ganas de progresar. Por el contrario, el elogio o el halago va a desarrollar su motivación externa, lo que significa que el niño va a realizar una acción y una vez que haya tenido el elogio o halago, cesará su esfuerzo.

El halago o elogio no permite al niño de tomar plena conciencia del esfuerzo que ha realizado ni de su logro. Felicitarlo va a favorecer su orgullo con lo que se va a concentrar en la persona y no en el logro. Digamos que se no se valora el esfuerzo del niño y no estará motivado para continuar y desarrollar el esfuerzo. Aquí tienes un ejemplo muy claro:

«Vuestro hijo acaba de nadar sin flotador todo lo ancho de la piscina». Para él es una verdadera hazaña y está muy orgullosos. En este caso puedes adoptar varios comportamientos distintos:

  • Halagarlo: «Eres súper fuerte «. Nos centramos en la persona y no en el esfuerzo que ha realizado. Su ego personal se desarrolla pero no a continuar su esfuerzo.
  • Estimularlo: «La piscina es grande y no tenías flotador. Era realmente complicado y lo has hecho, bravo!» Aquí se destaca con las palabras el esfuerzo que ha realizado y la dificultad que ha sobrepasado.Nos centramos en su logro y no en el niño. Esto va a enriquecer su motivación ya que sus esfuerzos son valorados.
  • No decirle nada, lo que no aportará beneficios al niño ya que sus esfuerzos no han sido valorados.

Privilegiamos el estímulo ante el halago, aunque este no debe tampoco suprimirse. es agradable para todo el mundo escuchar cumplidos y piropos, peor hay que saber usarlos en su justa medida.

Para terminar, una pequeña frase sobre el tema:

«El estímulo es para el niño lo que el agua para la planta» Rudolf Dreikurs

 

 

 

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