Una rutina es un hábito adquirido que nos empuja a hacer de la misma manera una serie de gestos de forma continuada. Un ejemplo claro sería el ritual de irse a la cama, lavarse los dientes, la cena… Seguir una rutina implica una gran regularidad, una cierta repetición de gestos y/o el uso de palabras y reglas bien planteadas y conocidas.
Las vacaciones son la oportunidad de viajar, relajarse y despejarse de lo cotidiano. Por lo tanto puede ser difícil mantener rutinas durante estos meses de ocio. A continuación te comentamos los beneficios de conservar ciertos hábitos durante este largo receso, y te damos algunas pistas sobre cómo lograrlo.
1. Aportan un sentimiento de seguridad y confianza
Es importante explicar a los niños lo que va a ocurrir, cómo se desarrollará el día. Les ayuda a calmarse y a aceptar las diferentes etapas del día que les espera. Hacer lo mismo cada noche o cada mañana les ayuda a sentirse seguros. Con el tiempo se convierte en un hábito suave. Las rutinas también ayudarán a ganar independencia y a que la vida cotidiana sea más agradable para todos.
2. Ayudan a la gestión y estructuración del tiempo
Las rutinas estructuran la jornada en función de los eventos conocidos y recurrentes. Estos eventos permiten al niño situarse concretamente en el espacio que representa una jornada. Para ir más lejos en la construcción del tiempo, ¿por qué no utilizamos un planning para situar las diferentes rutinas del día? y a continuación ¡utilizamos un Time Timer para dar indicaciones de duración para la rutina en general o para cada etapa de esta rutina!
3. Limitan los conflictos y contribuyen a la educación positiva
Intenta que, dentro de lo posible, el niño participe en la preparación del soporte visual de la rutina para que la asuma lo más pronto posible y más fácilmente. Para la realización de cada etapa puedes estar presente para aportar diferentes tipos de ayuda: orales, materiales, motrices…
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4. Fomentan la autonomía
Dividiendo una tarea en diferentes micro-tareas, haces que se convierta más accesible para el niño, en particular para un niño con dispraxia. En un primer momento, quizás podrá realizar solamente una tarea de manera autónoma y para el resto necesitará ayuda. Pero de manera progresiva, irá aprendiendo a hacer todos los gestos él solo. La rutina resulta útil para ayudarlo en la secuencia de primero unos gestos y luego los otros.
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