Todos tenemos defensas sensoriales, aunque con grados y manifestaciones diferentes según las personas. Estas defensas resultan de una reacción defensiva de nuestro sentido de la protección. La terapia de integración sensorial intenta a través de actividades de estimulación, organizar los mensajes recibidos por el cerebro. Es una terapia ideal para tratar niños con síntomas tales como la torpeza, las dificultades de concentración, problemas del equilibrio e incluso para niños con deficiencias marcadas.
Por ejemplo, tocar el terciopelo da escalofríos, llevar un jersey de lana puede dar picores y demasiado ruido puede aumentar tu agresividad. Sin embargo, a veces las medidas de protección y las defensas sensoriales de algunas personas son tan importantes que les impiden interactuar bien con su entorno, esto puede incluso comprometer su propio desarrollo.
¿Qué es la integración sensorial ?
Las teorías sobre la integración sensorial han sido desarrolladas desde los años 60 en los Estados Unidos por Anna Jean Ayres (terapeuta ocupacional y doctora en psicología) y por sus sucesores. Según Anna Jean Ayres, antes de aprender a leer, escribir y calcular, debemos dar sentido a lo que vemos y oímos, debemos ser capaces de planificar nuestros movimientos y de organizar nuestro comportamiento. Esta capacidad depende de la eficacia con que nuestro sistema nervioso organice los mensajes que nuestros sentidos le transmiten. La integración sensorial es la capacidad del niño para sentir, comprender y organizar la información sensorial procedente de su cuerpo y de su entorno. Esta información se transmite a través de sistemas sensoriales como la visión, el tacto, el olfato, el gusto, la audición y los sistemas vestibulares y propioceptivos. Una buena integración y organización de la información sensorial son esenciales para el desarrollo armonioso del niño.
¿Qué es el sistema vestibular?
El sentido vestibular es el sentido del movimiento y del equilibrio. Nos permite saber dónde está situado nuestro cuerpo en el espacio, si nos movemos, o si es nuestro entorno que se mueve. Nos informa sobre la dirección del movimiento de nuestro cuerpo y su velocidad. Los receptores se encuentran en el oído interno. Registran todos nuestros movimientos, todos los cambios de posición de nuestra cabeza y son estimulados por el movimiento y la gravedad. La función funcional del sistema vestibular es triple:
1. Es el punto de partida de reflejos vestíbulo-espinales que contribuyen a mantener el equilibrio postural automático, tanto estático como dinámico.
2. Regula la posición y el movimiento ocular a través del reflejo ocular vestíbulo para asegurar el mantenimiento de la estabilidad ocular en el espacio.
3. Contribuye a la construcción de un modelo interno a nivel cortical mediante la aportación de referencias sobre la posición y el desplazamiento de la cabeza en el espacio.
¿Qué es el sistema propioceptivo?
El sistema propioceptivo es el sentido de la posición. Informa a nuestro cerebro sobre la ubicación de las diferentes partes de nuestro cuerpo y lo que están haciendo. Así, nuestro cuerpo se adapta constantemente a nuestro entorno sin que seamos plenamente conscientes de ello. Los receptores se sitúan en nuestros músculos, tendones, ligamentos… algunos niños perciben mal su cuerpo. Esta falta de percepción provoca dificultades en el control motor: de la planificación de la motricidad global, de los gestos finos. Estos niños se verán obligados a mirar para ver lo que su cuerpo hace para poder realizar ciertos gestos cotidianos: cerrar su abrigo, salir de la cama en la oscuridad… Cuando un niño tiene un sistema propioceptivo deficiente:
– Es torpe, se cae, se golpea.
– Golpea los pies cuando camina.
– Le cuesta subir y bajar las escaleras.
– Le cuesta vestirse, desvestirse, lavarse «en todas partes», se posiciona mal al ponerse el abrigo porque no siente bien su cuerpo.
– Tiene problemas para medir sus movimientos.
La integración sensorial en el día a día: ¿qué acciones?
Se puede poner en marcha un programa de actividades sensoriales repartidas a lo largo del día. Objetivo: alcanzar y mantener un nivel óptimo de confort sensorial y de disponibilidad al aprendizaje a través de estímulos regulares y el control sobre el mismo. Hay que privilegiar las actividades táctiles, propioceptivas y vestibulares durante todo el día e intentar integrarlas en la rutina diaria. Existen varias técnicas y modalidades: presión y masajes, actividades que inducen el movimiento, estímulos orales, herramientas para morder, chaquetas, mantas, juguetes propioceptivos. En general, se trata de construir una rutina constante, minimizar al máximo los estímulos indeseables y utilizar estrategias relajantes antes de comenzar las tareas. Puede ser útil ofrecer al niño un lugar de calma o de relajación para «volver a centrarse» después de las actividades de estimulación.
Las soluciones Hop’Toys
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El cofrecito Z Vibe: En este cofre encontrará una herramienta profesional de referencia para todas las estimulaciones y la reeducación orofacial: el Z-vibe y las 5 cabezales diferentes. Permite un trabajo preciso y eficaz gracias a las vibraciones.
Estuche de masaje : Se coloca en la punta de los dedos gracias a una base regulable donde se fijan los diferentes capuchones táctiles según la estimulación buscada.
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