La estimulación pasiva significa que la estimulación no la realiza el niño, sino otra persona, lo que permite al niño concentrarse en recibir la estimulación. En este artículo, Hannah Harboe, fisioterapeuta, explica los beneficios de la estimulación vestibular pasiva y da consejos sobre cómo utilizar las peonzas nórdicas en fisioterapia.
Los receptores de la estimulación vestibular
Cuando metemos a un niño en brazos, en una cuna o en un cochecito, el niño suele calmarse. Esto se debe a que el movimiento de balanceo es una leve estimulación vestibular, que tiene un efecto calmante.
Los receptores de la estimulación vestibular están situados en el oído interno y registran la aceleración, la rotación y el eje vertical. El eje vertical representa nuestra capacidad de sentir si nuestro cuerpo se mueve hacia arriba o hacia abajo.
La estimulación comienza en el feto…
La estimulación vestibular está presente desde la etapa fetal. Los receptores vestibulares del niño se ven influidos y estimulados por los movimientos de la madre. El niño también recibe una estimulación vestibular activa de sus propios movimientos en el útero. Con sus movimientos activos en el útero, el niño indica a la madre cómo se siente. Si estos movimientos desaparecen o se hacen más fuertes y constantes, la madre suele interpretarlos como señales de peligro que la llevarán a buscar ayuda para determinar cómo se encuentra el niño.
… y continúa en los bebés
Una vez que el niño nace, nuestra respuesta a la inquietud del niño suele ser intentar calmarlo meciéndolo. Se trata de una respuesta no verbal de consuelo y conexión con el niño. La estimulación vestibular nos permite regular la tensión de los músculos. Una estimulación suave y rítmica nos hace relajar, mientras que una estimulación más fuerte aumenta la tensión. En otras palabras, la estimulación vestibular es importante y crucial para aprender cuánta tensión necesitan los músculos para una actividad determinada. Por lo tanto, el registro de los estímulos vestibulares es importante para nuestro equilibrio.
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Estimulación vestibular pasiva suave para calmar
Como hemos dicho, la estimulación vestibular pasiva suave tiene un efecto calmante. Se trata de un fenómeno universal, común a todos los niños. La estimulación pasiva significa que no es obra del niño: la realiza otra persona, lo que permite que el niño se concentre en recibir la estimulación. La estimulación vestibular suave es beneficiosa para el equilibrio físico y psicológico. Puede ayudarnos a encontrar la calma interior y exterior.
En todo el mundo, las personas que están muy tristes o frustradas empiezan a mecerse automáticamente para reconfortarse y recuperar el equilibrio. Para consolar a una persona triste, tendemos a cogerla en brazos y generar un suave movimiento de balanceo, igual que si consoláramos a un niño.
Algunos consejos para utilizar la peonza
Sentarse en la peonza y dejarse mecer suavemente tiene exactamente este efecto. Mecer al niño le ayuda a liberar tensiones y a calmarse. Para los niños mayores, se puede conseguir el mismo efecto con la peonza: el adulto se coloca detrás para evitar que la peonza ruede por la habitación. Si la peonza gira, el niño acaba con la cabeza hacia abajo, lo que resulta bastante duro y desagradable cuando se intenta relajar. Se puede colocar una manta o un cojín en el fondo, o incluso encima del niño, para apoyar el pequeño espacio que forma la peonza y hacer que el niño se sienta seguro. A los niños pequeños les gusta que les acunen en brazos, pero la peonza ofrece otras ventajas. Los niños más grandes tienen más libertad de movimiento y pueden sentarse cómodamente. La estimulación en la peonza es más uniforme y puede durar más tiempo, ya que no es incómoda para el adulto. El niño puede concentrarse mejor en la estimulación pasiva uniforme, que implica menos estimulación táctil y contacto visual que en los brazos.
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El caso de Teddy y de su madre
Teddy y su madre entran por la puerta de la clínica. Queda claro que han tenido una discusión en el camino. La madre intenta explicarle y hacerle entender algo a Teddy, pero éste se molesta mucho y se tapa los oídos. No puede ni quiere escuchar lo que se dice. Rápidamente desvío la atención de la madre con una taza de café y conduzco a Teddy a la habitación, donde lo pongo en la peonza con una manta y un cojín. Le digo que debe intentar calmarse y disfrutar del momento en la peonza sin hablar. Entonces me pongo detrás de él y empiezo a balancear la parte superior con bastante fuerza. A medida que Teddy se relaja, reduzco la cantidad de movimiento. Tarareo tranquilizador. Teddy sigue rápidamente el ritmo del balanceo y se relaja cada vez más. Después de 5 minutos, su madre entra en la habitación. Le hago una señal para que venga a sentarse a mi lado y me ayude a mecerme.
Cuando está tranquilo, la dejo hacerlo solo. Tras 10 minutos, comenzamos a cantar una canción y, al final de la canción, Teddy y su madre comienzan a sonreir. A continuación les explico que es bueno balancearse cuando las tensiones son intensas. Los adultos tenemos que evitar hablar cuando el nivel de ira y frustración del niño es tan alto que ya no escucha. Una vez que el niño se ha calmado, puede escuchar lo que se le dice, y entonces es posible darle la vuelta a la situación y convertirla en algo más positivo, en el que el niño pueda adquirir experiencia para enfrentarse a situaciones similares en el futuro.
Teddy y su madre aprendieron algo muy importante ese día. Más tarde explicaron que utilizan la técnica del balanceo en las numerosas situaciones de conflicto entre ambos para evitar perder el control.
Pequeña peonza nórdica-Estimulando el sentido vestibular de los más pequeños, a los mayores les encanta acurrucarse en él y volcarlo. Cuando se da la vuelta, se convierte en una montaña que hay que escalar, pero también sirve de escondite. Ofrece protección antipinchazos para las manos y la cabeza.
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Fuente :
© Gonge Creative Learning ApS, 2018
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